MANEJANDO NUESTRA IRA
Comprender y expresar los sentimientos no es
tarea fácil. Debemos entender la dificultad que poseen los niños para entender
los sentimientos y por tanto para expresarlos y explicarlos. Ayudarles a
entenderlos y enseñarles a expresarlos es también tarea de los padres.
Debemos enseñar a los niños
que los sentimientos forman parte natural de la vida y deben ser expresados de
manera adecuada. Cuando aprendemos a expresar y canalizar nuestras emociones
nuestra calidad de vida mejora sustancialmente porque conseguimos relacionarnos
mejor con nuestro entorno y con nosotros mismos. Este aprendizaje ayuda al niño
a tener mayor éxito en las relaciones con los amigos y en la escuela, además de
su propia familia.
La comunicación es esencial en
la familia, a todos los niveles. Se trata de hablar con él o ella pero no solo
de lo que ha pasado o lo que les interesa, también es importante hablar de
sentimientos y emociones.
La ira es una emoción más que
hay que conocer, saber comprender y saber canalizar.
La ira es una emoción más que no podemos catalogar como buena o mala, en realidad la ira como emoción puede ser útil pues nos ayuda a movernos a reaccionar. El problema viene cuando la ira está mal gestionada.
La ira es una emoción más que no podemos catalogar como buena o mala, en realidad la ira como emoción puede ser útil pues nos ayuda a movernos a reaccionar. El problema viene cuando la ira está mal gestionada.
Cuando un niño responde con
ira o con agresividad debemos plantearnos qué está pasando y que le estamos
trasmitiendo para que su respuesta ante el conflicto se la agresividad. Es
importante no reprimirla y no ignorarla, y también canalizarla de forma
adecuada, aprendiendo a expresarla a través
del lenguaje o de diferentes formas de acción.
La ira es una respuesta
emocional que surge en respuesta a diferentes situaciones que nos producen
malestar o frustración. Sentimos ira cuando algo se interpone entre
nosotros y nuestros objetivos o estamos ante alguna injusticia. Esto hace que
reaccionemos de una manera u otra, la diferencia en la respuesta depende del temperamento de cada persona,
de sus experiencias previas, de su aprendizaje o modelos de los que ha
aprendido, de sus pensamientos y de sus creencias.
Foto de: Lendingmemo.com Simon Cunnighan IRA |
¿Qué podemos hacer cuando se
manifiesta la ira?
1. Mantener la calma y no perder los nervios, mantener el control. Los
niños nos imitan y aprenden mucho a través de nuestra conducta, copiándola, de
manera que debemos ser su ejemplo de conducta. No elevar la voz ni reaccionar
con aspavientos, si perdemos el control esto será lo que imiten, mientras que
si lo mantenemos aprenderán esa conducta, les trasmitiremos control y
reforzaremos la conducta positiva, enseñando que los gritos no arreglan nada.
2. Para conseguir permanecer calmados y conseguir que ellos permanezcan
calmados tenemos que exteriorizar los sentimientos, ser comprensivos, escuchar
de forma activa, dialogar sobre lo que les está pasando, ayudarles a poner
nombre a aquello que sienten, pedirles reflexión y calma.
3. Comunicarse de forma adecuada. Conversar, hablar con ellos para
averiguar de donde viene el enfado y por qué (si es por llamar la atención, por
frustración, etc...). Esto les ayudara a canalizar su enfado, a poner nombre a
sus sentimientos, a racionalizar la situación, a calmarse.Cando el niño
relaciona su conducta con la causa de ella consigue entender mejor la situación
y por tanto, responde de manera más eficaz y adaptativa.
Se trata
de ser asertivos, de expresar nuestros pensamientos de forma sincera y sin
pisotear a los demás.
4. Es importante usar técnicas que redirijan la conducta de forma más
adecuada, que nos ayuden a calmarnos para afrontar la situación. También es
importante enseñarles a ellos a usarlas para calmarse y afrontar el problema de
forma más adecuada. Respirar profundo, contar hasta diez, pensar bien antes de
actuar, pasear, aprender a dialogar para resolver problemas, identificar las
emociones, abandonar el lugar y procurar recuperar la calma en otro sitio.
No es conveniente afrontar un conflicto cuando estamos muy nerviosos.
De manera que cuando esto ocurre debemos calmarnos antes de hablar, ir a otra
habitación y hacerlo fuera de la zona de conflicto es una buena solución para
ambos, tanto ellos como nosotros podemos y debemos usar esta estrategia. Ellos
pueden necesitar ayuda para calmarse y redirigir su conducta, por lo que
debemos estar dispuestos a prestarles esa ayuda.
Podemos construir una ficha con palabras donde se mencionen los
sentimientos frustrado irritado molesto enfurecido, usar estas palabras las que
él aplicaría, así el niño poco a poco irá añadiendo vocabulario para
expresarse.
Escribir en un cuaderno las formas aceptables de canalizar su ira,
caminar, jugar, correr, golpear un almohadón, escuchar música, desahogarse
hablando con animarle a usar la misma estrategia cada vez que comience a
sentirse furioso.
Dibujar, romper papeles, golpear un almohadón, puede ayudar a calmarlo.
5. Observar al niño es importante porque con ello aprendemos mucho de su
comportamiento y conseguimos averiguar qué es lo que pasa en realidad. Se trata
de ver que hace en cada situación y porque, valorando las circunstancias que
rodean la conducta (cansancio, enfermedad, etc...).
Conocerlos bien nos ayuda a prever cuando puede darle una pateleta y,
por tanto, a evitarla o afrontarla con mayor efectividad.
Observar nos ayuda a saber qué es importante para reconocer cuando una conducta está dentro de lo
normal aunque más encauzada o cuando se trata de algo más como un posible
trastorno de conducta.
6. Evitar las descalificaciones hacia el niño es importante. Cuando le
hablamos le proporcionamos información sobre su comportamiento y hay que cuidar
mucho este lenguaje, evitando expresiones negativas como “eres malo” “es inaguantable” “eres insoportable”. Estas expresiones minan su autoestima y hace que se vea de
determinada forma y lo interiorize. No se es malo, se comporta mal. Criticamos una conducta en concreto y no al
niño, esta es una diferencia significativa, el lenguaje es diferente, y el
resultado sobre el niño marcadamente diferente.
7. Reconocer nuestros errores es importante. No solo aprenderá también a
pedir perdón y a reconocer sus equivocaciones, comprenderá que todos podemos
equivocarnos, que debemos rectificar ante un error, etc.
8. Las normas son esenciales. Debemos establecer normas claras. Si ellos
interiorizan estas normas y sus consecuencias las disputas en torno a ellas
serán mínimas. Los niños necesitan límites, además tienen que haber
consecuencias. La frustración ante las consecuencias es normal, pero si no las
ponemos y no les ayudamos a tolerar esa frustración jamás aprenderán.
Explicarles
que ese tipo de actuación no se puede tolerar, que es una reacción equivocada. Enseñarles
a pedir perdón y cómo reaccionar como alternativa. Es importante que sepan que
los actos tienen consecuencia y si es … aplicar
la consecuencia en cuestión.
9. Desarrollar
su empatia es fundamental a la hora de controlar la respuesta agresiva. Ser
capaz de ponerse en el lugar del otro y comprender lo que le ocurre nos hace
ver las cosas desde su perspectiva, desde un punto de vista diferente al
nuestro. No se trata de pensar igual que otros o de cambiar nuestra opinión
sino de comprender los sentimientos de otra persona. Es el típico ¿Te gustaría
si te pasara a ti? o ¿Cómo te sentirías si …?
10. La autoestima positiva es también importante. Debemos
fomentar una autoestima fuerte y sana. Cuando a un niño se le regaña y se le
pone en cuestión constantemente su autoestima flaquea. Lo que ven y oyen de los
demás sobre si mismos hace que construyan su autoestima y si todo o la mayor
parte es negativo, ellos se verán a si mismos de manera negativa. Si le decimos
que el es malo, el se creera malo y será malo. La forma de fomentar su autoestima es valorarlo en su justa medida y
estar pendiente de sus logros y comportamientos positivos para reforzarlos.
11. Cuidado con cuestionar el amor cuando respondemos ante un ataque de
ira. El niño interpretará que la respuesta que mostramos tiene que ver con él y
no con su conducta, con algo puntual.
12. Si pese a todo el niño tiene un episodio de ira descontrolada no hay
que ceder a los deseos frustrados que han provocado la rabieta. De este modo
pensará que esa es la manera de conseguir lo que pide.
13. No entres al trapo, no respondas con más violencia y no le digas cómo
se debe sentir. Evita las frases del tipo: "Vete a tu cuarto y no salgas
hasta...” con esto solo conseguiremos que además de ira sienta culpabilidad por
sentir algo que no debe, no podemos hacerlos sentir inseguros sobre sus propios
sentimientos. Pero si hay que mostrar comprensión y darle la parte de razón que
tenga.
14. Desarrollar
el autocontrol es esencial para evitar arranques de ira. Conseguir que el niño
comprenda y aprenda esto pasa por explicarles exantamente que es el autocontrol
y ejemplificarlo. Como podemos ayudarnos, con técnicas de relajación.
Fuente: Todopapas.com, hola.como/niños, guíainfantil.com, ATIMANA-DAH
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