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ATIMANA-DAH lucha cada día por y para las personas que se ven afectadas por el TDAH, desde el ámbito familiar, escolar, social e institucional.

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ASÓCIATE

ASÓCIATE
Juntos somos más, juntos podemos más

El TDAH es una discapacidad invisible


“El TDAH es una discapacidad invisible”.




Fulgencio Madrid, Presidente de FEAADAH










Información y formación son esenciales



El trastorno por déficit de atención con hiperactividad es un trastorno psiquiátrico de inicio en la infancia que se manifiesta con dificultades en el mantenimiento de la atención y con síntomas de hiperactividad e impulsividad. En más del 50% de los casos el trastorno persistirá en la edad adulta. 

El TDAH se asocia con mayor frecuencia a la presencia de fracaso escolar, problemas en la conducción, dificultades laborales y mayor consumo de drogas. 

Conocer mejor el trastorno y aprender a controlar los síntomas puede ayudar a mejorar la evolución del trastorno. 

Por ello es importante informarse sobre el trastorno pero también formarse sobre cómo abordar cada aspecto del TDAH y cada problema que conlleva o que podemos tener. Conocer cómo hablar con el niño, como afrontar las conductas que presenta, como ayudarlo en las tareas y en el colegio, etc. 

Las asociaciones pueden ayudarnos mucho en esta labor, están en la primera línea de batalla en el TDAH. Suelen organizar charlas, talleres, jornadas y escuelas de padres que ayudan a conseguir este objetivo tan importante, conocer más sobre el trastorno y sobre cómo enfrentarlo. Además las asociaciones nos permiten acceder a otras ventajas como puede ser el consejo y el apoyo de las personas que trabajan día a día con el TDAH, en asuntos relacionados con el colegio o las instituciones, con los problemas en la familia o los propios problemas personales. En las asociaciones existe una gran experiencia de base, un tesoro a la hora de trabajar con los problemas que se derivan de este trastorno. En ella podrán aconsejarnos qué hacer o cómo hacerlo, si es necesario intervenir o no, incluso en determinados casos se opta por la mediación directa. 

Cuando sabes bien qué hacer las cosas se hacen más fáciles, cuando conoces las herramientas adecuadas, cómo usarlas y cómo evaluarlas, el objetivo es más fácil de conseguir. Cuando saber cuáles son los pasos a seguir es difícil que dejes de “hacer” y las cosas seguirán un ritmo más fluido. 

No podemos olvidar que en diagnóstico temprano es esencial, pero que no nos servirá de nada sin el tratamiento adecuado y precoz, las asociaciones juegan un papel importante es este punto.



Además las asociaciones nos permiten contactar con otros padres, compartir experiencias, desahogarnos, comprobar que no estamos solos. Esto es casi tan importante como cualquier otra cosa, los padres necesitan estar bien y compartir experiencias ayuda a sentirse bien.




AUTOESTIMA





La autoestima es esencial para el desarrollo de la persona y por tanto es un factor importante a tener en cuenta en el desarrollo y la educación de los niños. Actualmente este tema preocupa a padres y profesionales, ya que todos conocemos de su importancia.

La autoestima influye en todos los ámbitos donde se desarrolla la persona y particularmente el niño, ya sea personal, social, familiar, etc…

Una autoestima negativa suele provocar problemas mayores como son ansiedad o depresión por ejemplo, dificultades a la hora de relacionarse, etc. En el otro extremo están los efectos de una autoestima positiva, que consigue todo lo contrario, una buena autoestima influirá en un buen desarrollo personal, más autoconfianza y autonomía, mejores relaciones sociales, etc.

Como todos los padres sabemos es importante preocuparnos por la salud física de nuestros hijos, pero también es esencial preocuparnos de la salud psíquica y emocional y la autoestima forma parte de este campo.

Autoestima y auto-concepto se relacionan íntimamente, aunque comúnmente oímos hablar más de la autoestima. El auto-concepto es la base donde se apoya la autoestima, no es otra cosa que la idea que tenemos de nosotros mismos. El auto-concepto no es algo heredado sino aprendido, se forma a lo largo del tiempo, desde que nacemos y a través de la información que obtenemos del exterior, empezando desde la familia más cercana como son nuestros padres. Conforme crecemos y vamos ampliando nuestro círculo ambiental y social nuestro auto-concepto se va construyendo poco a poco.



¿Y qué es entonces la autoestima?

La autoestima es la valoración que hacemos de nuestro auto-concepto, como lo valoramos. Se trata por tanto de la consciencia que tenemos las personas acerca de nuestro propio valor, esto nos dará una buena o mala sensación acerca de lo que somos y como somos, generando de esta manera una buena o mala autoestima. La autoestima se forma por tanto cuando comparamos esa idea o concepto que hemos ido formando poco a poco de nosotros mismos con la imagen de la persona ideal que nos gustaría ser (aspecto emocional), si la diferencia entre esa idea que tenemos acerca de nosotros mismos y ese yo ideal es muy grande se genera una baja autoestima y si esta diferencia es baja la autoestima será alta.

Visto lo visto resulta evidente que una buena autoestima es esencial para que el niño y el adulto se sientan competentes con respecto al mundo, a los demás y a sí mismos. La autoestima positiva o alta nos proporciona seguridad y responsabilidad, ayudándonos a reconocer la importancia de aprender tanto de éxitos como de fracasos, minimizando por tanto el efecto negativo de estos últimos, ayudándonos también a conseguir una comunicación acertada y efectiva, y con ella unas relaciones sociales sanas. Como es de imaginar, una autoestima negativa va a conseguir el efecto totalmente contrario, es una pesada mochila que no debemos cargar porque nos dificulta el camino.

El desarrollo de una buena autoestima es una asignatura pendiente que no podemos olvidar ni dejar apartada en ningún ámbito de la vida del niño. Es por tanto un tema a tratar no solo en la familia sino en el colegio y en todos los ambientes donde se desenvuelve el niño.

Debemos tener en cuenta un aspecto importante: la autoestima se va formando desde la infancia, por tanto pensemos que lleva su tiempo construirla, si sentamos malas bases, reconstruirla luego nos llevará más trabajo y necesitaremos de mucho tiempo. De manera que necesitamos prestarle la suficiente atención a tiempo.





FOMENTAR LA AUTOESTIMA

¿Qué ocurre con el TDAH?

El TDAH es una amenaza para esa confianza en uno mismo que necesitamos conseguir. Varios estudios al respecto nos informan de que los niños con TDAH se valoran más negativamente a sí mismos que otros niños.

El TDAH conlleva una serie de trabas y dificultades que pueden llevarnos a desarrollar una baja autoestima: el gran esfuerzo que se vuelca en los estudios y los pocos resultados aparejados a ese esfuerzo, los problemas que acarrea la impulsividad y el exceso de movimiento, la falta de popularidad derivada de las dificultades para relacionarse, etc. Un porcentaje alto de niños con TDAH presentan problemas añadidos que empeoran esta problema, que van aparejados o que, en cierto modo, se derivan de ellos, hablamos de depresión, ansiedad, inseguridad, desconfianza.

Todos los padres conocemos las dificultades que supone educar a un niño con TDAH, pocos de los que saben de este problema pueden negar esto. Lo cierto es que la forma en que el niño se comporta y reacciona conlleva una mayor frecuencia de comentarios negativos, criticas, riñas…
Esta dinámica se extiende a otros ámbitos fuera de la familia, como por ejemplo el colegio, haciendo más insufrible y agotadora la situación.

Son niños que como cualquiera desean el éxito y cumplir nuestras expectativas y deseos, pero suelen cometer más errores, fallar más, por lo que esos deseos se ven más frecuentemente frustrados. La experiencia de fracaso es por tanto más común.

Demasiado a menudo tienen que enfrentarse a tareas que le son excesivamente difíciles debido a las dificultades añadidas del trastorno, evidentemente si te enfrentas a algo que puede salirse de tus medios posibilidades tiene más probabilidad de fracasar.

Todos estos fracasos hacen mella en ellos minando la seguridad en si mismos, se sienten indefensos ya que ven que a pesar del esfuerzo fracasan, es algo así “haga lo que haga siempre fallo”.

Si además los adultos dejamos de confiar en ellos y de darle responsabilidades ellos se sienten aún menos competentes y aún más inseguros. Como vemos, esto es todo un remolino de situaciones
Todo esto termina echando por los suelos la autoestima de cualquiera. Por ello el objetivo está en fomentar una autoestima positiva y reforzarla, consiguiendo así una calidad de vida mucho mejor.

Todos nos juzgamos a nosotros mismos a través de los demás, lo mismo ocurre con los niños. No pueden mirarse a sí mismos como si tuvieran constantemente un espejo delante o como si pudieran estar fuera de su propia persona para observarse, de manera que juzgan su valía a través de las reacciones de los otros. De esta forma nosotros vamos a ser uno de los espejos en los que se reflejan, unos de los puntos de referencia que van a tomar para construir su autoestima o la imagen que de ellos mismos tienen.



¿Qué amenaza la autoestima?

Debemos tener en cuenta algo muy importante:

“no es solo lo que decimos, sino cómo lo decimos”.


De manera que no se trata solo de usar buenas palabras sino de usarlas adecuadamente y con el tono preciso, porque si usamos buenas palabras pero la falta de interés o el sarcasmo están detrás, lo que conseguiremos será “nada” o todo lo contrario a lo que pretendemos.

Quejas, críticas, falta de interés y atención, son las mejores bazas para minar la autoestima de cualquiera. Si nuestro hijo tiene TDAH no debemos olvidar que el nivel de frustración al que se ve sometido, así como el nivel de críticas va a ser mayor, no solo recibe más presión y quejas, si no que los recibe desde muchos más ámbitos.



Amenazas a la autoestima:

Cuando el niño nos habla debemos pararnos a escucharle. Si no escuchamos atentamente, si estamos en otra cosa cuando nos habla no sentirá que realmente nos importan lo que nos dice. Esto no solo es malo porque amenace su autoestima sino porque con ello minamos la comunicación y el niño dejará de contarnos cosas dejará de comunicarse con nosotros. “Para que un niño sienta que importa, lo que dice tiene que importar”.


No olvidemos que es el comportamiento lo que nos resulta molesto o lo que nos disgusta y no el niño. Muchas veces la dinámica de las situaciones nos lleva a disgustarnos mucho y a percibir que al niño no le importan las cosas e incluso que no le afecta nada de lo que hagamos o digamos. Pero lo cierto es que las apariencias engañan, sí que le importa y si que le duele lo que digamos. Las cosas y las palabras les afectan, les duelen y les preocupen, aún cuando hagan un esfuerzo para conseguir que no parezca así.


Los niños necesitan saber que confiamos en ellos, esta confianza fomenta su independencia y con ello también su autoestima. Y es que la sobreprotección hace que no confíen en sí mismos, que no se fíen de sus capacidades y lo mismo ocurre con la falta de confianza. Tenemos que aprender a dar alas.


 “Las comparaciones son odiosas”,nunca mejor dicho. Cada persona es única y por tanto no podemos compararla con otra. Cada niño es un “mundo”, está configurado por muchas características particulares que lo definen como persona y que lo hacen totalmente diferente a otros, por tanto no podemos compararlo con alguien que en realidad es diferente. Cuando nos vemos obligados a vivir intentando cumplir las expectativas de otro tenemos todas las papeletas para el fracaso, la frustración y la baja autoestima.


Buscar fallos: todos nos esforzamos para conseguir algo, pero ese esfuerzo no garantiza la consecución, esto no significa que por ello seamos peores y solo debamos recibir críticas. Cuándo ponemos todo nuestra energía en algo y no nos sale bien ¿Nos gusta recibir solo críticas y sarcasmos? Por supuesto que no. Pues igual le ocurre a los niños. Si el niño se esfuerza debemos reconocer ese trabajo, animarle a seguir. Debemos buscar las cosas positivas, todo lo bueno de esa tarea o actividad y resaltarlo, y no buscar lo negativo, los fallos. No olvidemos que “nadie es perfecto”.


la crítica, los descalificativos, el sarcasmo y la ironía, deben abandonar nuestro vocabulario; este lenguaje es muy destructivo y, no queremos destruir la autoestima de nuestros hijos.


Si solo tenemos ojos para ver aquello en lo que fallan su vida puede convertirse en un autentico infierno. Cuando solo encontramos fallos nos solo minamos su autoestima sino que los desmotivamos totalmente, lo que conseguimos es que no deseen en absoluto hacer nada o intentar nada, ya que su percepción va a ser que aunque se esfuercen lo que conseguirán será fracasar. Debemos buscar todo aquello que hace bien, cualquier cosa por pequeña que sea, buscar y elogiar, dar a conocer qué está bien, qué hace bien. Necesitan conocer qué es el éxito, esto les motivará para conseguir más y para esforzarse.


¿Cómo podemos saber si nuestro hijo tiene una baja autoestima?

Podremos notar esa falta de una autoestima positiva cuando vemos en el niño actitudes negativas que le llevan a darnos un mensaje de “no sé” o “no puedo”, cuando intentan evitar tareas o rehuyen responsabilidades, cuando vemos que ante el fracaso tienen reacciones de extrema frustración, descontrol y/o agresividad, suelen presentar también altos niveles de ansiedad sobre todo ante los temas escolares y tratan de esconder sus sentimientos de incapacidad, en muchas ocasiones terminan también por deprimirse mostrando los síntomas típicos de esta problemática, curiosamente también podemos encontrarnos con niños que reaccionan con arrogancia y prepotencia, usando estas actitudes como válvulas de escape ante sus sentimientos de fracaso, negándolos, fanfarroneando para ocultarlos, mintiendo e, incluso, pueden llegar a arremeter ante los más débiles.

Cuando nos encontramos ante estas últimas reacciones debemos plantearnos hablar con el niñ@, pero debemos explicarle las cosas en caliento y con ejemplos, de forma que pueda entendernos bien. Debemos intentar que el chic@ aprenda a ponerse en el lugar de los demás, se trata de enseñarle qué es la empatía, cómo funciona y ayudarles a aprender a usarla.

Recordemos que la empatía no es sentir lo que otros sienten, sino tan solo, comprender qué es lo que sienten los demás ante las diferentes situaciones. Los ejemplos que le toquen de cerca sobre situaciones similares le ayudarán a comprender esos sentimientos pues él ya los ha vivido.

Toda esta frustración que degenera en una baja autoestima está causada por muchas cosas. No olvidemos que nosotros, sus iguales y el resto de personas, son el espejo donde se miran y por tanto, es a través de esos otros significativos por los que construye su autoestima, según lo que le dicen los demás y según lo que ve en sus reacciones. Los niños con TDAH suelen estar sometidos a muchas experiencias de fracaso y debido a esto cuando se compararan con los demás (compañeros, amigos e incluso sus propios hermanos), cosa inevitable, se sienten mal ya que perciben más esas diferencias negativas. Cuantas más críticas existan en su entorno, cuantos más castigos, cuantas más etiquetas, cuantos más comentarios negativos, cuantas más experiencias de fracasos, cuantos menos elogios, mayor dificultad de socialización y peor autoestima se desarrollará.

La incapacidad para controlar ciertos comportamientos pude causarle insastisfacción, porque seamos claros, ellos se dan cuenta de sus pequeñas dificultades, son conscientes de que están ahí y también son conscientes de lo que les diferencia de los demás.

Muchas veces piensan que no han respondido a las expectativas de sus padres, esto les hace sentir muy mal y les lleva a descalificarse a ellos mismos. Y es que debemos tener en cuenta que los padres, aunque no nos lo parezca, son la figura de referencia más importante para ellos.


¿Cómo podemos fomentar su autoestima?

Tenemos que conseguir que sienta que se tiene en cuenta lo que él dice, que se le valoran sus cualidades como persona, que se confía en él y se le respeta.
Se trata de cambiar nuestro foco de atención de lo negativo a lo positivo, del fracaso al éxito.


Escuchar es muy importante. Debemos escuchar atentamente lo que nos dice, para ello debemos mirarle a los ojos, dejar lo que estemos haciendo y poner toda nuestra atención en él, dejar que acabe de hablar sin interrumpirle, demostrarle que nos importa lo que dice y que realmente nos interesa.


Eliminemos los “peros” y sustituyámoslos por el“y”


Las palabras hacen milagros. Usemos palabras de apoyo, de interés hacia él y hacia sus cosas, elogios, etc. “Así se hace”,“estupendo”, “me gusta…”, “genial”, etc.


Atención a los éxitos. Debemos estar pendiente a lo que hace el niño para poder ver todo lo que hace bien y así poder valorarlo. Debemos apreciar su esfuerzo y reforzarlo por ello. Cuando las cosas no salgan bien olvidemos la crítica, optando por ayudarle a remediar el problema, por guiarle por el mejor camino. Para esto debemos obviar aquello que está mal, en la medida de lo posible, y resaltar lo que esa bien. Es importante demostrarle que estamos orgullosos de él, que valoramos su esfuerzo, que apreciamos su trabajo.


Es fundamental respetar a nuestros hijos como personas que son y confiar en ellos. Tratarle como nos gustaría que nos trataran a nosotros, está premisa nos ayudará a saber mejor porque camino ir. Valorar su esfuerzo y no los resultados y animarle a que haga todo lo que pueda, le ayudará a sentirse más competente y a ver que le respetamos y confiamos en él. Darle una responsabilidad en casa que sepamos que puede cumplir y que no sea la de sus estudios, le ayudará a sentirse incluido, a sentir que confiamos en él. Elegir las palabras con cuidado es también importante, debemos animarle, hacer que se sienta importante, usar un lenguaje positivo.


Saborear las mieles del éxito. No podemos centrarnos en los problemas que tiene el niño en el ámbito académico. Debemos buscar actividades fuera de esta esfera donde pueda disfrutar y cambiar el chip de lo que “no sabe hacer” a lo que “sabe hacer”. Se trata de buscarle actividades donde no tenga la presión del éxito y también actividades donde sabemos que va a rendir bien, se trata por tanto de darle más oportunidades de éxito, porque ellos también quieren y necesitan saber que es sentir el“triunfo”. Los niños que poseen confianza en sí mismos son los que triunfan en algo, así que, debemos ayudarles a encontrar ese algo en el que pueden triunfar.


Si queremos fomentar una buena autoestima o conseguir una autoestima positiva debemos ser conscientes de nuestros puntos fuertes, nuestros aspectos positivos y también nuestras limitaciones. Se trata de describirnos de una forma realista, aceptando aquellas características que no podemos cambiar pero valorándolas positivamente y de forma realista, y describiéndolas con un lenguaje positivo o neutro. Cuando queremos mejorar debemos trazar un plan que sea realista para nosotros, que sea alcanzable, pues de lo contrario lo único que conseguiremos será empeorar el panorama.



Más claves para construir una autoestima positiva:


 El niño con TDAH tiene una perspectiva del tiempo diferente a la que tenemos nosotros. Un día completo puede depender de un solo momento, de manera que si ha tenido un día fenomenal pero al final de la tarde ha tenido algún fallo puede interpretar su día como desastroso. Teniendo en cuenta esto podremos estar atentos para ayudarle a equilibrar su perspectiva.


Lo que importa es el esfuerzo, es importante que nos centremos en su trabajo y esfuerzo y no tanto en los resultados.


No olvidarnos de aceptar al niño tal y como es.


Debemos controlar nuestras expectativas, estas son solo nuestras, el niño no tiene la obligación de cumplir con lo que nosotros esperamos.


El día que nos toque regañar no vendría mal acordarnos de todos sus puntos positivos y de todo lo que ha hecho bien durante el día, nos ayudará a relativizar ese momento y esa acción que nos ha disgustado y a no exagerar la regañina. Además con ello podremos construir un discurso que les enseñe pero que no afecte negativamente a su autoestima.


Cuando se muestre negativo resalta sus puntos fuertes y recuérdale todo lo bueno que ha hecho durante el día.


Un cuadro o poster donde apuntar sus puntos fuertes puede ayudarnos en la situación anterior.


Respetarlo teniendo en cuenta y aceptando su forma de ser.


Escucharlo, valorarlo y tener en cuenta sus opiniones.


No usar etiquetas ni descalificaciones.


Recuerda que el niño no “ES” simplemente ha“HACE”. El niño no es malo si no que ha hecho algo mal.


Darle responsabilidades e involucrarle en las decisiones familiares le hará sentirse valorado.


Aproveche sus puntos fuertes reforzándolos, fomentándolos y apoyándolos.


Ayúdalo a tomar sus propias decisiones, y para esto hay que dejarle cierta libertad. Es importante que el niño cometa sus propios errores, no olvidemos los errores son los mejores profesores y ellos también necesitan aprender de ellos.


Reforzar de manera inmediata y positiva, premiar más y castigar menos, en la medida de lo posible ignorar todo lo malo y estar atento a todos los éxitos y comportamientos positivos.


Sabemos que debido a sus dificultades les cuesta aprender de sus errores y adquirir experiencia de la misma forma que nosotros mismos y otros niños, debemos por tanto enseñarles a resolver problemas y a aprender de sus errores.


Debemos enseñarles cómo enfrentarse a las diferentes dificultades que se le presentan debido a su trastorno, esto les aportará seguridad y sobre todo les enseñara a conocer y manejar sus limitaciones y a que pueden controlarse y superarse.



Debemos asegurarnos de que fuera de casa, en el colegio y en otros entornos controlados se pongan en marcha todas las estrategias necesarias para mantener una buena autoestima.


No olvidemos que nadie es perfecto, que cada persona es única y por tanto valiosa, por tanto no idealicemos a los demás.


Las comparaciones son odiosas” cada persona es diferente y apreciable por ello, no lo comparemos con otros niños ni dejemos que nadie lo haga.


No usemos descalificaciones y evitemos que ellos las usen consigo mismos.


Enseñemos al niño a controlar sus pensamientos evitando que se menosprecie, a que no busque la aprobación de otros y que tome las riendas de su propia vida.


Debemos ser realistas con nuestros objetivos y no exigirle demasiado, al mismo tiempo debemos enseñarle a él a actuar de la misma forma.


Enseñarle a aceptarse a sí mismo tal cual y nosotros también debemos aceptarle tal cual es.
Anímele específicamente en aquellos ámbitos en que presente dificultades.


Valore cualquier éxito por pequeño que sea, si la anterior evaluación sacó un cinco y esta un seis debe valorarlo.


Considere las equivocaciones en su justa medida.

Fuentes:  Fundación Adana, escuela de padres Atimana-dah, talleres de padres del Gobierno de Canarias,  la autoestima de Raquel Resines Ortíz.

Algo sobre el tratamiento conductual






El tratamiento conductual o la modificación de conducta resultan de gran utilidad a la hora de afrontar los problemas que conlleva el TDAH. 

La modificación de conducta nos puede ayudar mucho con los problemas de atención abordanto el control y modificación de ciertas conductas.

En modificación de conducta una herramienta eficaz y prácticamente insustituible son los refuerzos positivos

Como ya sabemos, en el caso del TDAH cuanto más inmediato sea el refuerzo más efectivo será.  Por tanto esta es una característica que debemos tener siempre presente, la inmediatez. No nos sirve de mucho presentar un refuerzo que se va a cumplir dentro de dos semanas, porque probablemente ya habrán olvidado a que se debe tal premio y por tanto no lo asocien a la conducta, de manera que esta no queda reforzada. 

Los refuerzos pueden ser de todo tipo, tanto materiales como sociales. Los reforzadores sociales son tan útiles o más que los materiales. Usando reforzadores sociales conseguimos lo mismo que con cualquier otro y con menor costo. Reforzadores sociales son por ejemplo los elogios. Cuando nos decidamos por reforzadores materiales debemos acompañarlos de felicitaciones y/o alabanzas. 

 Es importante que estudiemos qué reforzadores son los más adecuados y más motivantes para cada niño.  Cada niño es diferente y por tanto se interesará por cosas diferentes. Si usamos como premio algo que no le llama la atención no conseguiremos el objetivo de afianzar la conducta positiva y adecuada. Tampoco debemos olvidarnos de ir cambiando estos reforzadores, con ello evitamos que se acostumbren a ellos y dejen de tener efecto.

Todo niño necesita normas, saber a que atenerse y qué esperamos de él. Debemos intentar que las normas sean claras y explícitas, concretas también. Otro aspecto importante es que debemos ser además consecuentes para conseguir una adecuada respuesta, actuar siempre de la misma forma con las mismas consecuencias positivas o negativas. 

Cuando tenemos un niño con TDAH es indispensable que nos asegurarnos de que se nos entiende. ¿Cómo? En primer lugar hacer que nos mire a la cara cuando le hablamos y en segundo lugar asegurándonos de que ha oído y entendido las peticiones, en más de una ocasión vamos a tener que pedirle que nos la repita.

Algunas técnicas de modificación de conducta o tratamiento conductual se exponen a continuación:


Los programas de incentivos o economía de fichas pueden servirnos de gran ayuda. Para usar un programa de fichas es importante saber que podemos hacernos responsables de él. Necesitamos ser metódicos y constantes. Los programas de fichas nos permiten dar un refuerzo inmediato ante las conductas elegidas. Esta técnica consiste en dar fichas o puntos cada vez que se emite la conducta deseada. Las fichas se van sumando y una vez alcanzado cierto número prefijado se obtendrá por ellas un premio. Para poder ver los resultados debemos esperar unas semanas, por tanto, es importante no desanimarnos, porque puede ocurrir que los efectos tarden o que al principio no surta efecto; esto no quiere decir con tiempo comience a dar resultados.
Al principio es importante que el reto no sea demasiado difícil y que, por tanto, sea más fácil conseguir cierto premio, poco a poco lo haremos más difícil. Esto es importante para motivar al niño, de esta forma no solo sabe que puede conseguirlo sino que comprueba lo satisfactorio que es conseguir el premio. Además esta es una forma de que pueda entender mejor el método con el que se está trabajando.

Es importante tener un sistema de registro diario donde poder apuntar o colocar los puntos obtenidos, nos servirá para llevar un control y también les ayudará a ellos a comprobar sus avances y cuanto les falta para obtener el premio.

Cuando vemos que no funciona es importante evaluar qué pasa, por qué no funciona. En ocasiones el tiempo que dejamos pasar hasta la consecución del premio es demasiado largo, tal vez la conducta que hemos elegido no es clara, o tal vez no hayamos sido lo suficientemente metódicos.

Cuando tenemos a un niño con TDAH puede ser más útil trabajar con pegatinas en una cartulina que con fichas intercambiables, ya que por sus problemas de organización pueden perderlas, por ejemplo.


El contrato de contingencia establece un contrato en el que se determina qué se pide al niño y qué consecuencias tendrá el cumplir el contrato y el no cumplirlo. Para esta técnica debemos partir de conductas sencillas, empezar por lo más fácil y básico nos dará pié para pasar en un futuro a otras más complejas. Como ocurría en la economía de fichas los reforzadores han de ser negociados con el niño y cambiarse con frecuencia para que no se aburran.


El costo de respuesta se trata de implantar una consecuencia ante cierta conducta. También aquí podemos usar fichas para facilitar el trabajo. Podemos darle una serie de fichas que se irán retirando si no cumple las normas preestablecidas, evidentemente estas fichas serán intercambiables por un premio.


En el tiempo fuera se retira el acceso a las fuentes de refuerzo como son la atención, esta retirada se hace durante cierto tiempo e inmediatamente después de que ocurra la conducta. Es muy práctico para las conductas disrruptivas como la agresividad y otras técnicas no han funcionado. Se trata de dejar al niño en un lugar con pocos estímulos en un lugar que carezca de interés para él y durante un tiempo preestablecido. No debemos mandarlo por ejemplo a su cuarto pues los estímulos en esta habitación restarán efectividad al método.

En este método debemos estar muy atentos a cada circunstancia particular. El tiempo genérico suele ser un minuto por año que tenga, pero lo cierto es que esto va a depender de la situación y el niño. Nunca debe faltar la charla explicativa una vez terminado el tiempo fuera y asegurándonos de que entiende lo que se le explica.

Se trata de una técnica que usa refuerzo negativo de manera que es importante usarla poco, para aquellas conductas que no pueden ignorarse y que no responden a otras técnicas.


La extinción. Consiste en la no-aplicación de ningún reforzador o no prestar atención al niño si aparece la conducta inadecuada. Se basa en la idea de que todo comportamiento se mantiene cuando se refuerza y por tanto se debe ignorar al niño, lo que incluye retirarse ante la aparición de la conducta y no  criticar ni hablar sobre esa conducta delante del niño. Por ejemplo si el niño nos interrumpe al hablar con otros, ignorarle y continuar la conversación.

Es importante en este método no reaccionar al ver que el niño intensifica su conducta, es normal que la ver que se le ignore multiplique su mala reacción, pero si respondemos lo único que conseguimos es reforzar la conducta y sobre todo reforzar esa multiplicación de la mala conducta.
Esta técnica lleva su tiempo, debemos tener paciencia y cuidar nuestras reacciones.


Sobre corrección consiste en remediar las consecuencias de la conducta negativa, es decir, si ensucia limpiará además de lo que ensució algo más.

Los niños aprenden lo que viven


LOS NIÑOS APRENDEN LO QUE VIVEN

Si un niño vive con las críticas, aprende a condenar.
Si un niño vive con la hostilidad, aprende a pelear.
Si un niño vive con el ridículo, aprende a a ser tímido.
Si un niño vive con la vergüenza, aprende a se culpable.

Si un niño vive con la toleracia, aprende a se paciente.
Si un niño vive con el aplauso, aprende a confiar.
Si un niño vive con el elogio, aprende a apreciar.
Si un niño vive con la seguridad, aprende a tener fe.
Si un niño vive con la aprebación, aprende a gustarse.
Si un niño vive con la aceptación y la amistad, aprende a encontrar amosr en el mundo.






DIAGNOSTICO Criterios DSM IV y CIE


DIAGNÓSTICO
Se deben cumplir los criterios de la clasificación DSM-IV-TR o de la CIE-10, es decir, que los síntomas deben estar presentes en la primera infancia, son de naturaleza relativamente crónica, persistente (más de un ambiente) y no pueden explicarse por ningún déficit neurológico importante, ni por otros de tipo sensorial, motor o del habla, ni por retraso mental o trastornos emocionales severos. Estos síntomas repercuten de forma significativa en la vida diaria del sujeto. El criterio diagnóstico que se utiliza se basa en una de las dos grandes clasificaciones de trastornos mentales y del comportamiento; por un lado, el Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su cuarta edición revisada (DSMIV-
TR) y, por otro, la Clasificación internacional de enfermedades en su décima edición (CIE-10). Aunque los ítems son similares, en la CIE-10 tienen que presentar sintomatología en las tres dimensiones y no es posible el diagnóstico de TDHA subtipo inatento, su categoría diagnóstica es el trastorno hipercinético
Por otro lado, el DSM-IVTR permite que se cumplan subgrupos de ítems, con lo que se obtienen subtipos diagnósticos (TDAH subtipo inatento, combinado o hiperactivo-impulsivo).
P.J. Rodríguez Hernández, E. Cardo Jalón
Criterios diagnósticos DSM-IV para el tdah
Inatención (al menos 6 durante 6 meses)
1. A menudo no presta atención en los detalles o comete errores por descuido en el trabajo escolar u otras actividades
2. A menudo tiene dificultad para la atención sostenida en tareas y juegos
3. A menudo no parece escuchar cuando le están hablando directamente
4. A menudo no sigue las instrucciones o no consigue terminar los deberes, obligaciones, etc.
5. A menudo tiene dificultad para organizar tareas y actividades
6. A menudo evita, rechaza tareas que requieren un esfuerzo mental continuado
7. A menudo pierde cosas necesarias para tareas o actividades
8. A menudo se distrae fácilmente por estímulos externos
9. A menudo es olvidadizo en sus tareas diarias
Hiperactividad-impulsividad (al menos 6 durante 6 meses)
A. Hiperactividad:
1. A menudo presenta inquietud, con sus manos o pies o se revuelve en el asiento
2. A menudo se levanta de la silla en clase o en otras situaciones en las que debería permanecer sentado
3. A menudo corre o salta excesivamente en situaciones inapropiadas
4. A menudo tiene dificultad para jugar o realizar actividades de ocio con tranquilidad
5. A menudo está excitado o “va como una moto”
6. A menudo habla excesivamente
B. Impulsividad:
7. A menudo responde antes que la pregunta haya sido finalizada
8. A menudo tiene dificultad para aguardar turno en juego o situaciones de grupo
9. A menudo interrumpe o interfiere a los demás (conversaciones, juegos, etc.)
Puede cumplir sólo el apartado de inatención o sólo el apartado de hiperactividad-impulsividad.
Además:
a. Alguno de los síntomas de inatención o hiperactividad-impulsividad estaba presenteantes de los 7 años
b. Los síntomas crean dificultades en dos o más situaciones (escuela, casa, etc.)
c. Afectan significativamente al funcionamiento social, escolar o laboral
d. Los síntomas no ocurren a causa de otros trastornos del desarrollo o de la personalidad
P.J. Rodríguez Hernández, E. Cardo Jalón
Criterios diagnósticos CIE-10 para el trastorno hipercinético
Déficit de atención (al menos 6 durante 6 meses)
1. Frecuente incapacidad para prestar atención a los detalles junto a errores por descuido en las labores escolares y en otras actividades
2. Frecuente incapacidad para mantener la atención en las tareas o en el juego
3. A menudo aparenta no escuchar lo que se dice
4. Imposibilidad persistente para cumplimentar las tareas escolares asignadas u otras misiones
5. Disminución de la capacidad para organizar tareas y actividades
6. A menudo evita o se siente marcadamente incómodo ante tareas tales como los deberes escolares que requieren un esfuerzo mental mantenido
7. A menudo pierde objetos necesarios para unas tareas o actividades, tales como material escolar, libros, etc.
8. Fácilmente se distrae ante estímulos externos
9. Con frecuencia es olvidadizo en el curso de las actividades diarias
Hiperactividad (al menos 3 durante 6 meses)
1. Con frecuencia muestra inquietud con movimientos de manos o pies o removiéndose en el asiento
2. Abandona el asiento en la clase o en otras situaciones en las que se espera que permanezca sentado
3. A menudo corretea o trepa en exceso en situaciones inapropiadas
4. Inadecuadamente ruidoso en el juego o tiene dificultades para entretenerse tranquilamente en actividades lúdicas
5. Persistentemente exhibe un patrón de actividad motora excesiva que no es modificable sustancialmente por los requerimientos del entorno social
Impulsividad (al menos 1 durante 6 meses)
1. Con frecuencia hace exclamaciones o responde antes de que se le hagan las preguntas completas
2. A menudo es incapaz de guardar un turno en las colas o en otras situaciones de grupo
3. A menudo interrumpe o se entromete en los asuntos de otros
4. Con frecuencia habla en exceso sin contenerse ante las consideraciones sociales
Además se debe cumplir que:
1. El inicio del trastorno no es posterior a los siete años
2. Los criterios deben cumplirse en más de una situación
3. Los síntomas de hiperactividad, déficit de atención e impulsividad ocasionan malestar clínicamente significativo o una alteración en el rendimiento social, académico o laboral
4. No cumple los criterios para trastorno generalizado del desarrollo, episodio maníaco, episodio depresivo o trastorno de ansiedad
P.J. Rodríguez Hernández, E. Cardo Jalón
Fuente : Artículo de PJ Rodriguez Hernandez, E Cardo Jaló