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ASÓCIATE

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“NO se trata de OÍR sino de ESCUCHAR” La comunicación es importante



La comunicación es esencial en cualquier relación ya que puede actuar tanto acercándonos como alejándonos de los demás. Por eso es tan importante que nos fijemos en ella y que aprendamos a comunicarnos de forma adecuada.

Dentro de la familia, una buena comunicación es muy importante. Necesitamos comunicarnos de forma efectiva entre nosotros, hablar con nuestros hijos y nuestra pareja puede resultar complicado, conocer cómo debemos comunicarnos, qué hacer y qué no hacer es esencial a la hora de conseguir una buena comunicación y con ella una buena relación familiar. 

Una buena comunicación ayuda a solventar disputas, limar asperezas, conseguir la confianza de la otra persona y con ella que nos cuenten sus preocupaciones e inquietudes, ayuda a mediar en disputas y además ayudará a reforzar la autoestima de nuestros hijos.

Muchas veces nos negamos a escuchar a nuestros hijos, otras muchas simplemente no los escuchamos y lo hacemos sin darnos cuenta. Aprender a escuchar es importante para conseguir una buena comunicación. Se trata de escuchar y no de oír.

A veces la comunicación deficiente está en la base de conductas desobedientes y rebeldes que presentan nuestros hijos, simplemente porque no hemos sabido trasmitirles, es decir, comunicarles de forma clara las normas dentro del hogar.

Debemos ser conscientes de la importancia de saber hablar y de saber escuchar, para enseñarles a los más pequeños como escuchar y como hablar con los demás. Es la hora de plantearnos si en nuestra dinámica familiar existe o no una forma de comunicación clara y adecuada.

Un punto CLAVE a tener en cuenta en la comunicación es que comunicar NO  es hablar.  Podemos pasar nos en un monologo continúo y no comunicar, podemos hablar de forma concisa pero sin comunicarnos en absoluto. Aprender a comunicarnos pasa por aprender a escuchar para luego aprender a hacerse escuchar. Se trata de aprender a atender a nuestros interlocutores con atención e interés, independientemente de lo que nos digan, se trata de aprender  a escuchar de forma activa y empática, se trata de saber trasmitir, de saber comprender aún no compartiendo opiniones y se trata de saber negociar.

Demasiadas veces, cuando hablamos con nuestros hijos, solo hablamos de lo que queremos del niño, que el niño haga o no haga. Pero pocas veces, nos paramos a escucharlos a ellos, lo que quieren, lo que piensan o lo que sienten.

Saber escuchar es uno de los pilares básicos de la comunicación y, también, es una de las tareas más difíciles de aprender.


¿Qué queremos decir cuando decimos que hay que saber escuchar?

Escuchar NO es oír mientras esperamos a que el otro termine, para luego soltar aquello que pensábamos decir, pero olvidando todo lo que se nos ha estado diciendo.

Escuchar requiere un esfuerzo mayor. Necesitamos implicarnos plenamente, necesitamos tener paciencia, necesitamos compromiso y, además, necesitamos hacer un importante ejercicio de humildad y empatia. Saber ponernos en el lugar del otro es importante, nos ayuda a comprender y a comprometernos, nos empuja a implicarnos, nos ayuda a mostrar más paciencia. Por tanto debemos aprender a ejercitar una escucha activa.

¿Que es una escucha activa?

Una escucha activa es aquella en la que nos empleamos con todos nuestros sentidos.
Se trata de parar, ser conscientes de que debemos escuchar y atender.
Se trata de ponernos en el lugar del otro.
Consiste en tener paciencia y aprender a esperar sin lanzarnos a interrumpir a nuestro interlocutor.
Consiste de intentar comprender que nos dice y todo lo que está detrás de ese mensaje (sentimientos, emociones...).
Una escucha activa pasa por evitar en todo momento la emisión de juicios ante aquello que oímos.

¿Por qué escuchar?

Un niño quiere y necesita ser escuchado, cuando no es escuchado, puede desarrollar importantes problemas de autoestima. Por ello es importante acercarnos a nuestros hijos, fomentar el diálogo familiar y aprender a escucharlos. Una buena actitud a la hora de comunicarnos con nuestros hijos, es decir, saber escucharlos, les reforzará como personas, les hará sentir que son importantes y que se les tiene en cuenta, que forman parte importante y activa del núcleo familiar.

Escuchar no es solo un momento para pararse a oír aquello que nos dicen, es el momento idóneo para compartir.

Es importante escuchar en todo momento, pero también es importante discernir cuándo una comunicación puede ser muy importante y necesitar de tiempo extra, de un ambiente de calma, de un mejor momento para plantear y negociar sobre el tema. Ante determinadas situaciones, puede ocurrir que tengamos que postergar la comunicación, puesto que el momento no permite que ese cambio de impresiones sea del todo correcto y el tema a conversar es muy importante para dejarlo en el aire. En estos casos lo correcto es elegir un momento en el que tengamos más tiempo y más paciencia para poder escuchar, conversar e intercambiar. 

También debemos escuchar porque todos queremos ser escuchados y esa debería ser una razón más que suficiente. 

Pero hay más.

Cuando los padres escuchamos nuestros hijos aprenden a escuchar, el ejemplo es siempre el mejor maestro.

Escuchar es una herramienta insustituible a la hora de prestarles una ayuda más efectiva. No podemos solucionar sus problemas si no hemos comprendido bien cuáles son, no podremos apoyarlos ni aconsejarles si no sabemos de verdad qué les pasa, qué sienten o lo que piensan.

Escuchar fomenta la confianza mutua. Para que los hijos nos cuenten todo aquello que queremos es necesario que exista esa confianza y ganarla pasa por escucharlos al 100%, sin juicios ni demandas. Si los escuchamos de forma adecuada ellos confiaran en nosotros y sabrán que pueden acudir a sus padres en todo momento y sin restricciones.

¿Cómo escuchar?¿Cómo Comunicarnos?

No se trata solo de escuchar palabras, se trata de interpretar emociones, gestos, movimientos, miradas… Cuando hablamos lo hacemos con todo el cuerpo, las personas, inconscientemente somos expertas en interpretar ese lenguaje corporal. Pero para interpretarlo necesitamos prestar atención.

Analizar la forma en que nos comunicamos es importante para saber si lo estamos haciendo bien o mal, cuáles son los defectos de la comunicación familiar, qué defectos se dan en la forma en que cada uno se comunica, etc.

Cuando se producen riñas debemos estar atentos y estudiar la situación para ver que ha ocurrido e intentar averiguar que ha causado el problema de comunicación.

Observar como escuchamos nos ayudará a detectar errores y  a mejorar la escucha en particular y la comunicación en general.

¿Cuáles son los defectos en la comunicación?

1. Los sermones no son buenos para la comunicación. Hablar sin cesar como discos rallados repitiendo constantemente lo mismo hace que el niño se canse, se aburra, se agobie y no haba caso. Ante esto los niños desconectan y solo oyen lo que decimos como ruido de fondo sin hacer prácticamente ningún caso. Por tanto lo que estamos haciendo es gastar energía y paciencia sin sacar nada en claro.

2. El sarcasmo es enemigo de la buena comunicación, nos arriesgamos a que no entiendan lo que decimos y a que se den malas interpretaciones.

3. No es una buena estrategia de comunicación escucharlos mientras hacemos otras cosas. Pueden interpretan la situación como falta de interés y además no estaríamos escuchando de forma correcta y activa.

¿Qué hacemos entonces?

1. En vez de riñas interminables debemos expresarnos de forma clara, con frases cortas y explícitas, de forma sencilla y directa, y nunca redundar sobre lo mismo.

2. Hablar de forma clara y directa, sin segundas intenciones.

3. Pararnos a escuchar, dejar de lado lo que estemos haciendo y escuchar al niño mirándole a la cara. Con esto conseguimos que sienta que realmente importa, que queremos escucharlo, que nos interesa lo que nos cuenta, que realmente queremos comunicarnos con él.

¿Cómo comunicarnos adecuadamente?

> Escucharlos, dejando lo que estemos haciendo para prestar toda nuestra atención a lo que nos dice y mirarle a la cara mientras habla.

> No es necesario que hablemos o le respondamos, tan solo nuestra mirada puede decirle que lo escuchamos realmente; aunque podemos servirnos de muletillas de apoyo para la comunicación como: sí, ok, entiendo, vaya...

> Tener paciencia es importante para escucharles con atención, no nos desesperemos.

> Hablar siempre desde la calma, lo contrario no favorece una buena comunicación. Si estamos nerviosos debemos intentar calmarnos antes de hablar: respirar hondo, contar hasta 10 o hasta mil si hiciera falta.

> Darles información. No debemos presuponer que saben las cosas o se acuerdan de ellas. Pueden haberse despistado de sus obligaciones. Decirles por ejemplo que tal juguete va en una caja específica o que hay que echarle de comer a la mascota.

> Reconocer nuestros errores y pedir perdón. Si hemos reaccionado mal ante algo, hemos gritado, etc. Como ya hemos dicho ellos aprenden más y mejor del ejemplo. Además aprenden que todos se equivocan y lo que es más importante, que todos tenemos derecho a equivocarnos. Además aprenderán a reconocer sus errores y pedir perdón por ellos.

> A veces es suficiente con informarles de como nos sentimos antes sus acciones para evitar riñas y enfados. Así nos entienden mejor, aprenden a identificar nuestros sentimientos y lo que es más importantes los suyos propios.

> Estar abiertos al diálogo. No imponer nuestro criterio, debemos negociar y dialogar siempre que sea posible. Esto pasa por expresar nuestras propias ideas y puntos de vista, sentimientos y opiniones pero también escuchar y respetar la de nuestros hijos.

> Tampoco son buenos aliados de la comunicación las frases "porque sí" o "porque lo digo yo". Al fin y al  cabo esta forma de expresarnos es una imposición y las imposiciones no ayudan a la comunicación. Además ello quieren saber el por qué de las cosas y tienen derecho a saberlo. Darle razones les ayudará a entender el por qué de las cosas y esto hará que puedan realizar mejor lo que pedimos, hará que se sientan respetados y tenidos en cuenta.

A veces el niño necesita ayuda para comunicarse. Palabras que no encuentra, emociones que no sabe como describir, o simplemente tiene un lío en su cabeza y no sabe como ordenarlo, lo que se refleja en su conversación. Podemos ayudarle, no dirigiendo su diálogo, sino enseñándole que palabras puede utilizar, ayudándole a identificar lo que siente, o explicándole que debe respirar, pensar qué quiere decir y ordenarlo en su cabeza para luego expresarse.

Atimana-dah



Fuente: 
Guía infantil, 
Como hablar para que tus hijos te escuchen y como escuchar para que tus hijos te hablen, Natalia Ghezzi.






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