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"Aprendiendo a mirar" de Javier Lozano



Con esta nueva entrada os acercamos un blog que vale la pena tener cerca, ¡¡¡Cuidado con la tarima!!!. Este blog pertenece a Javier Lozano, profesor, un Gran Profesor, que tiene una buena experiencia sobre el TDAH y que nos deja con esta entrada "Aprendiendo a Mirar" una buena reflexión.

Pero no se queden ahí, visiten el site y podrán encontrar mucho más, vale la pena.





Aprendiendo a Mirar
Javier Lozano.


Todo el mundo al enterarse a qué me dedico repite lo mismo sin pensarlo dos veces. Es inevitable esa referencia a cómo están los jóvenes adolescentes de hoy en día, a cómo ha cambiado la juventud, a lo complicado de nuestra labor de docentes. Lástima que en nuestra sociedad esta opinión no haya calado, y no sólo en el tema económico, sino por eso que unos llaman prestigio, otros respeto y yo simplemente reconocimiento a un trabajo muy importante para nuestros chicos de hoy y adultos en un mañana no muy lejano, que el tiempo vuela.

La gente que está fuera del micromundo que es la escuela no sabe lo que se vive entre sus paredes, lo que se aprende de esos chicos y chicas que destilan adolescencia y rebeldía ante unas normas que tiene que respetar y que no ven como suyas, ante unas exigencias de todos los contextos que circundan el ámbito escolar y que al final repercuten en ellos, sí, también en nosotros, aunque mientras los docentes vemos las incongruencias de muchas de las cosas que se nos exigen desde cada lugar de la sociedad y tratamos de avanzar a pesar de ellas, nuestros alumnos, aunque parecen dispuestos a comerse el mundo desde su nuevo mirar adolescente, son incapaces de comprender cuanto les rodea.

Por todo esto debemos poner una vez más los pies en el suelo y hacerles ver que están construyendo una sociedad que no diferirá mucho de la que tienen si actúan como lo han hecho la mayoría de sus antecesores y para ello debemos servirles de ejemplo. Ellos esperan de nosotros que les ayudemos con nuestro ejemplo y por eso nos prueban una y otra vez para ver si somos capaces de marcarles ese camino que tanto les cuesta encontrar cada día. Si somos con ellos justos pero cercanos, desde una flexibilidad en nada parecida a la rigidez que parece exigir la dureza de algunos intransigentes estaremos señalándoles por dónde tiene que seguir para alcanzar sus metas. Dejemos de lado las rarezas y las manías por cuestiones que no sirven para que la clase vaya mejor. Una ventana más o menos abierta, una mesa un par de centímetros descolocada o un renglón más o menos torcido en un cuaderno no marcarán su futuro, y sí tal vez una decisión injusta por salir cuanto antes del paso o por no pensar que tenemos ante nosotros a un ser que se intenta abrir camino en esta sociedad tan complicada porque nosotros la hacemos así.

Hace un par de días llamaba la atención en clase a un alumno de primero de secundaria que se escondía buscando a un compañero que le siguiera en sus risitas. Poco a poco, según le hablaba con cariño, pero en un tono calmado y firme, comenzaron a correr por su carita algunas lágrimas. Me confesó que en otras asignaturas no le dicen las cosas así. No lloraba por el momento, sino dolido al comparar el trato en esos otros casos, eso sí, reconociendo su falta.

Más tarde al llegar a mi grupo a última hora de la mañana, uno de mis chicos, al que últimamente le he hecho ver lo despistado y hablador que está, mostrándole el peligro de su actitud en el desarrollo de la evaluación, nada más entrar me salió al encuentro y venía con un papel en la mano que se utiliza para que los padres se enteren en casa de cosas que ha hecho mal el alumno. Pensé que esa mañana en la que había tenido más problemas de los habituales, iba a terminar peor aún, pero mi sorpresa fue la sonrisa en su cara, confirmada al comprobar el contenido de la nota. Por fin mi pelea empezaba a dar sus frutos y una de mis compañeras le había puesto una nota positiva, sí ¡existen! El chico estaba feliz pensando en lo que sus padres le iban a  decir, algo cuyo efecto multiplicará sin duda su mejor conducta. ¿Por qué nos cuesta tanto animar a esos seres que dan sentido a nuestra vida de docentes? ¿Estamos seguros de que trabajamos para ellos? Aunque nos prueben constantemente, tratemos de cambiar nuestra forma de mirar a los alumnos.
Javier Lozano

   01/03/2014



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